Woody Allen –confeso admirador de nuestro país- estiró sus vacaciones para que el crimen ficticio diseñase una coartada en favor del castigo severo. Dostoievski sacaba boleto sobre el techo aéreo madrileño, agradecido con el póstumo tributo de Valencia. La culpa fue destapada del tarro de lo imaginario y lo mezquino. La ficción remota alumbraba ayer noche el distrito de Chamartín. El ínclito Wolgfang Stark decidió -de motu propio- un juicio sumario sin dilaciones indebidas (desde aquí felicito al colegiado por ser la única vertiente de la tutela judicial efectiva que cumplió). Un proceso donde el derecho a la presunción de inocencia lo depositó en la papelera del vestuario, la carga de la prueba la revertió en el túnel y la reformatio in peius la agravó en el tapete. Sólo así se explica que un plantillazo ante un balón dividido fuese sancionado con la roja, presumiendo la mala fe en la acción de Pepe. El habitual carácter pendenciero del portugués y la retorcida exageración de Alves (cerraré el artículo sin obviar este extremo) contribuyeron a que el amarillo se tornase en naranja. Para pasar de éste al rojo bastó la interpretación psicodélica del colegiado alemán junto a la alevosa decisión de su mancebo de banda. Ahora vayamos al resto de factores, a los que siempre deben ocupar una primera plana.
La vista como defensa posicional
Mourinho –manteniendo sistema táctico- dio una vuelta de tuercas al planteamiento: baja presión en campo contrario, media en propio. Líneas atrasadas en relación al vibrante encuentro de Copa. Un Madrid a imagen y semejanza del de Liga de hace escasas dos semanas. Pobre en ambición, parco en esfuerzo y diligente en el posicionamiento. Esquema con espacios ocupados de forma flotante donde lo más reseñable y transgresor era el marcaje individual de Pepe a Xavi (zonal en la permuta de posición con Xabi Alonso). La recuperación se gestaba en zonas inocuas y alejadas de territorio comanche. Özil, Di María y Ronaldo campeaban cual Rodríguez por el asfalto. Mientras, el trivote desarmaba la creación culé y la zaga cerraba filas en torno a Casillas. Decepcionante.
Villa-Pedro
Guardiola modificó la posición de las dos alas exteriores: Villa en perfil débil por la derecha, Pedro percutiendo a pierna cambiada. Poco cambió el guión ante la tibia aportación ofensiva de los laterales (obvio en el caso de Puyol y conservadora en la figura de Alves) y la espesura de Keita en la asociación. Sólo la sociedad Messi-Xavi vislumbraba el peligro cuando el vallesano se zafaba de Pepe, al margen de una brillante acción individual del guaje con desequilibrio en diagonal y disparo cruzado cercano a la base del palo derecho de Iker. Un Barça falto de chispa en el desmarque y movimiento sin balón, acuciando la sensible baja de Andrés Iniesta. Tal vez ahí Mourinho podía haber planteado una batalla más abierta ante la merma de visión de espacios en el mediocampo barcelonista. Falta de gallardía y determinación del setubalense. El pitido final para el descanso invitaba a enjuagarse el sabor amargo.
Factor Drogba
En la segunda parte, Adebayor por un desdibujado Özil. Incremento de la intensidad en la presión y avance de las líneas con el togolés generoso en el esfuerzo y peligroso en la recuperación. El Barça sufriendo en la salida, en especial un laxo e impreciso Busquets. El “9” de Togo en el rol Drogba: balones aéreos en largo para prolongar jugada, conceder rechace o habilitar llegada en segunda línea; achique entre el central y el lateral a la espera del fallo y en aras de la recuperación. Por detrás, aumentaba la agresividad del trivote en el tackle y el pressing. Así hasta la dichosa decisión de marras.
Messi sideral
Emergiendo por encima de los mortales, ofreciendo la enésima muestra de superioridad, dibujando otra bella estampa con el gol. Perforó los agujeros originados tras la expulsión, batió líneas con su avasallante tren inferior y avistó con pillería el letal cambio de ritmo de Afellay (aportó ese plus en el 1 vs 1 del que adoleció el Barça en Copa). Reguero de defensores (cuatro, para ser más exactos) dejó tras de sí en la joya del segundo gol. Recuerdo perfectamente a Zidane a Ronaldo a Ronaldinho a Romario, pero ninguno acumuló un saco tan abultado de grandes exhibiciones, un hambre tan constante y voraz de éxitos, un peldaño a la perfección hecha futbolista. Leo es el mejor de todos.
El Enfermo Imaginario
Tan buen pivote como consumado teatrero aquejado del síndrome hipocondríaco que le lleva a desplomarse cual mosca en la sartén de Andalucía. Ese es Busquets. Avezado tramposo en una mala arte que debería ser perseguida de oficio (a falta de su constatación legal). También tendrían que ser punibles los revolcones de Alves a lo Mc Gyver en la mansión de Playboy. Si Di María, Marcelo, Iniesta, Ronaldo o Villa son asiduos al chapuzón; Alves o Busquets guardan la esterilla y el saco en el escenario. Hay que castigar al que se ensaña a patadas con la honestidad. Deben los jugadores reprochar in situ estas artimañas, como bien hizo el noble Puyol la noche de ayer.
Del banquillo al camerino: Ayer se sortearon los grupos del Mundial Sub-20 que se celebrará en Colombia entre los meses de julio y agosto, la competición más interesante a nivel de categorías inferiores. Un crisol de talentos en ciernes. España encuadrada con Ecuador, Australia y Costa Rica. Grupo asequible, a priori. Sudamericanas, africanas, España, Francia, Portugal e Inglaterra partirán como favoritas. Como viene siendo habitual, regirá la igualdad.
Hoy, a las 21.00, semifinales de la Europa League: el Villareal frente al Porto de Villas-Boas. Final anticipada. Cazorla, Moutinho, Rossi, Hulk, Borja Valero, Fernando, Nilmar, Falcao…¿te lo vas a perder?.