Cuna minera del carbón, manto de
agua que fluye por sus ríos, cinturón agrícola que enriquece sus tierras. Donetsk, ciudad oriental ucraniana,
postrada en la recóndita región que va a descansar en el enigmático Mar Negro. Shakhtar, vaso dilatador balompédico de
la cuenca de Donbas. La fusión kapuscinskiana
club-ciudad ha adquirido firmeza y vigor en los últimos años.
Lucescu es uno de los culpables de El Imperio de un club de perfil medio en la era soviética que, tras
la desmembración, se ha adueñado de la hegemonía
nacional -siete títulos ligueros en los últimos once años- y ha asomado en
el panorama europeo con la consecución de la Copa de la UEFA de 2009. Y ahí siguen. Mantienen el bloque que les
llevó a la gloria tres temporadas atrás –sin Jadson pero con las explosiones de
Mkitharyan, Willian y Rakitskiy-, aunando la pudiente apuesta por la fantasiosa
legión brasileña con unas dosis de rigor del Este.
Ahora bien, si algo ha
evolucionado en el combinado que dirige el técnico rumano es la capacidad para
ampliar sus registros y dominar las diferentes fases del juego. El Shakhtar
contra-golpeador ha dejado paso a un
Shakhtar de manejo circense en ataques posicionales y letales arrancadas desde
campo propio. La madurez de algunas piezas ha sido clave para manejarse con
mayor soltura en cualquier plaza. Y el 4-2-3-1
cuaja con la afirmación anterior.
La portería la defiende el irregular Pyatov, titular con la selección en
la pasada Eurocopa tras beneficiarse de la sanción por doping al titular, Rybka. Impredecible en su desempeño.
Lagunas para jerarquizar área chica pero buen desempeño a bocajarro. Ágil bajo
palos y en el uno contra uno.
Crean superioridades desde los laterales pues interiorizan la
posición los supuestos extremos. El croata Srna
y el rumano Rat otorgan
amplitud por derecha e izquierda –respectivamente- y gestionan 80 metros de
idas y venidas. Srna
es doble lateral, lateral para desdoblar a interior o volante con repliegue
largo. Una coraza de hormigón con paredes de rubí. Probablemente, el número 2 de su posición tras Dani Alves.
Competitividad y pura idoneidad a múltiples contextos. Su precisión y habilidad
en espacios reducidos le permite influir por delante de balón, su inteligencia
y potencia para batir línea le convierte en pilar elemental para romper por
sorpresa. Sentido táctico y punta de velocidad para no ser muy exigido en
transición defensiva, tren inferior y juego aéreo para amarrar en posicional.
Alma de este Shakhtar que encontró a su homólogo en el ´3´, el infravalorado Rat. Ajeno a la lámpara mediática, pero
de buenos registros en el balance defensivo-ofensivo. Poderosa y fina zurda que
le convierte en una salida más para burlar escenarios cerrados. En estático
maneja bien el mecanismo de basculación ucraniano, aunque sufre algo más
corriendo hacia atrás. Inteligente midiendo esfuerzos. En zona de centrales, el equipo sufre en campo abierto (un
punto de lentitud), de ahí que el medio centro posicional mengue el triángulo
para reforzar la espalda de la línea central. Kucher –por derecha- y Rakitskiy
-por izquierda- son indiscutibles ante los continuos problemas físicos del ex
barcelonista Chiglinskiy. Buena colocación, dominio aéreo, expeditivos en
defensa replegada. Kucher es perfil más marcador mientras que Rakitskiy es
especialista en salida de balón y
desplazamiento frente a altas presiones del rival. Por el contrario, muestran
sus carencias en cruces largos.
Es Hübschmann el vértice encargado de
cerrar el sistema. Apoyo cerca de centrales y ayuda para la conducción del
lateral. En fase ofensiva, permite el
escalonamiento de su acompañante. Primer pase fácil sin tener especial
talento para distribuir, lo que le convierte en mecanismo corrector y
prolongador. Perro de presa en la recuperación, atolondrándose menos
defendiendo de cara y en posicional. Si el checo marca la divisoria
defensa-ataque, todo lo que viene por
delante es oro puro en talento y un crisol de permutas para entonar una bella
sinfonía. El 4-2-3-1 se transforma en 4-1-4-1, 4-1-3-1-1, incluso 4-1-3-2. La
tropa brasileña (Fernandinho por dentro, Teixeira por derecha y Willian por
izquierda) se completa con el pura clase armenio Mkitharyan que viene a ocupar
posición de enganche, enriqueciendo el juego asociativo de cara y a espaldas
del cuero. La disposición en zig-zag pentagonal no tendría sentido si Fernandinho
no generase una nueva línea de pase. El brasileño tiene destreza para girar,
esconder y habilitar. Es carne de
selección visto el panorama de Menezes en la medular. No pierde posición.
Si Teixeira o Willian tiran diagonal, él inicia movimiento de apoyo exterior;
si Mkitharyan tira el apoyo hasta círculo central, invierte la disposición.
Teixeira, Mkitharyian y Willian son
beluga para matar en estampida o dominar con paso plomizo. Permutas constantes. Buenos automatismos de los brasileños para
iniciar el movimiento interior cuando el lateral de su banda se acerca a su
altura. Willian
tiene más talento para –a la vez- congelar y hornear a fuego vivo el ataque. Alex Teixeira
rompe más veces en ebullición. Habilidosos, rápidos y de basto repertorio en el
uno contra uno. Sobresalientes en
gesto técnico, control orientado y último pase. Una nota a la que se apunta el
mediapunta armenio (mediocentro hasta la temporada pasada), que se convierte en
matrícula de honor cuando hablamos de ejecución y definición. Mkitharyan
Lleva ya la friolera de 14 goles cuando
esto no ha hecho más que empezar. Aparece sin balón como falso ´9´, beneficiado
por el arrastre de centrales que realiza el punta; rompe con él en pared o
acción individual. Casi siempre genera
ventajas al primer toque: gira rápido, piensa antes que los demás y
descongestiona. Para dar sentido a la línea precedente, crece la figura de Luiz Adriano.
No es un rematador regular, sí un excelente intérprete del juego colectivo. Técnico,
peligroso en desmarques, cae a bandas, pica en velocidad punta y pivota. El ´9´
brasileño al fin ha madurado.
Éste Shakhtar mixto (posicional+contragolpe) rota con un interesante
banquillo que espera la eclosión de las otras jóvenes perlas brasileñas (Douglas Costa
y Dentinho),
mientras Ilsinho
sigue siendo un importante valor polifuncional, Stepanenko un recambio de nivel para
el vértice, el recién fichado Devic un suplente de lujo para Luiz Adriano, Eduardo da Silva
dosis de bagaje y los internacionales ucranianos Gai, Chiglinskiy, Shevchuk y Fedetskiy un fondo de armario para sostener
el entramado defensivo de un Shakhtar que no debería tener problemas para ser
más regular que el Dinamo Kiev. Un Shakhtar que, a pesar de haber caído en el grupo
de la muerte con Chelsea y Juuventus, se halla en una posición privilegiada
para acceder a los octavos de final de la Champions.
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