Xabi-Modric no fueron el sostén que con goma elástica amarrase su
espalda ni el algodón que cubriera todos sus senos: Kehl-Gündogan en su torso,
los tres del Club del Gourmet en el anverso y Piszczek, Schmelzer-Grosskreutz
en el costado despelotaban a la madrileña ante el voyeurismo sigiloso del Bernabéu. Pero aquellos no fueron culpables
de que Özil no generase una vía limpia en el cogote del hormigón germano, ni de que los laterales no cerrasen el
espacio con su central, ni de la inseguridad de Casillas, ni de la mala basculación de Ramos, tampoco son pecadores de la cara sórdida de Higuaín. Özil estaba lejos
de Modric, Modric muy cerca (en horizontal) de Xabi, Di María muy lejos de Ramos, Ronaldo ídem
de Arbeloa. No producían en ataque ni
comprimían en defensa.
Las situaciones de dos contra uno
encendían la alarma y el autoservicio de los del Club del Gourmet estaba al
caer: Reus, con la fuerza y la sutil elegancia de un Dom Pérignon, rompiendo en diagonal al punto débil de Arbeloa;
Götze, con la ácida conducción y el olfato floral de un Riesling, rajando en canal el juego interior blanco; Lewandowski,
con los sedosos movimientos y el cuerpo añejo de un Lagavulin, sentando cátedra en descargas y ventajas espaciales ante
Varane-Pepe. Mientras Reus ratifica la pintaza que dejó en el otro Borussia, Götze aspira a competir con Isco y Hazard por el
cetro europeo. ¿Y Lewandowski?. El polaco ya vale 35 millones.
Hablaba antes de la entrada de
Essien. La participación del ghanés y varios ajustes posicionales viraban el
panorama en el segundo acto. Uno de esos
ajustes tuvo como protagonista a Callejón. Desde el perfil izquierdo hasta
el corazón del área barría a tientas y con tino. Le entendió un Ronaldo de menor
brillo que otras noches, pero con mayor acierto con el murciano en campo y por dentro, lo que no hizo con el desubicado Pipita
en los primeros 45 minutos. Un activo Di
María, que fue el único que filtró en la primera parte, se juntaba con
Essien y cargaban desde su derecha, foco de ventajas. Si el ex del Chelsea estuviera en su plenitud física sería un jugador
absolutamente diferencial, contextual e imprescindible en todos los
partidos. En ese papel tenemos a Khedira, un auténtico animal en la ocupación
vertical, por físico y por inteligencia. Nunca llegará al mejor Essien por
falta de limpieza en primera jugada, pero su ausencia es la pérdida de un
muelle competitivo.
El empate hizo justicia. Supo bien pues la tarjeta-regalo podía
haberse convertido en un cheque en blanco para los tres sibaritas. Se configuró a tiempo el límite nominal.
¿Sensaciones?: la superioridad del Borussia en el cómputo de los 180 minutos,
la corazonada de que en Champions vamos a ir a más, la firmeza de no ver más de
lateral a Ramos y el anhelo de la vuelta
de los ausentes (no he nombrado la importancia de Marcelo en salida y
batida, pero ahora sí lo hago). Ah, y con el City fuerísima.
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