viernes, 11 de enero de 2013

Primeros coletazos de Brasil Sub-20

Sí, sigo vivo. Me he tomado una larga tregua desde la última entrada. Falta de material, fruto del poco fútbol visto; falta de ideas; falta de ganas de postear sobre el Real Madrid que atraviesa el momento más delicado de un proyecto que debería ser perenne en el ciclo.

En esas me encuentro que anteayer empezaba el sudamericano Sub-20, pasarela y lanzadera de jóvenes perlas CONMEBOL. Me quedé con ganas de ver el debut de Argentina (debió de ser un fiasco ante Chile): horario muy heavy. Ayer, era turno de Brasil y las 0.00 -hora española- una barrera perfectamente asumible. Me puse a ello, virgen en conocimiento del plantel de la principal favorita.

Para enmarcar en antecedentes el favoritismo de la canarinha basta saber que es la actual tri-campeona; y que en la anterior edición, la de 2011, contaba en nómina con nada menos que Neymar, Óscar, Lucas Moura, Casemiro, Danilo y Henrique. Vapuleó (6-0) en la final a Uruguay.
Estos días, los entendidos hablaban de una generación netamente inferior –entiendo que con evidencia- a la predecesora, pero con varios jugadores a marcar en rojo permanente. Lo cierto es que su debut fue muy discreto. Detalles, cositas individuales interesantes, pero sin engranaje colectivo. Fiel reflejo de la situación actual del fútbol absoluto sudamericano: el bloque bien trabajado ha menguado las diferencias entre punteras y tapadas. La calidad individual como patrón de éxito ha perdido punch.

Saltó la tricolor al campo con Luis Gustavo; Wallace, Luan, Doria, Mansur; Misael; Felipe Anderson, Mattheus; Marcos Junior, Ademilson y Adryan. Un ofensivo 4-1-2-3 con dos interiores con alma de mediapunta y un medio centro “mopa-escoba” que ni pasaba ni barría. Me refiero a Misael. Algún día hablaremos largo y tendido de la viuda posición del ´5´ brasileño (sí, la de Tonino Cerezo o Mauro Silva). Tal vez ése sea su principal déficit de competitividad actual.

Brasil, en esa zona capital, ni construía ni encontraba a Felipe Anderson ni a Mattheus. Sobre todo al primero, muy alejado de recepciones cómodas e incapaz de ofrecer apoyos. Me pareció un ´10´ diluido, de chispazos en ¾ y escaso peso en ½.. Sí brillo Mattheus (hijo del gran Bebeto), pero sus características avisan de un zurdo llegador, de finas conducciones y una severa capacidad para el remate. Es decir, no es un jugador para marcar el ritmo en la base. En ese contexto, se necesitaban conducciones de los centrales para atraer y romper la simetría del bien trabajado 4-4-2 de Perú. Pinta que tanto Luan como Doria (ojo a la plantaza y poderío de este chaval) tienen capacidad para ello.

Imprecisa, nerviosa y separada en parte media. En parte alta, no ayudaba el comportamiento de extremos: Marcos Junior, por derecha; Adryan, por izquierda. Ninguna ventaja del primero, ni individual ni colectiva. Algunas acciones de mérito de Adryan en asociación con Mattheus o con Ademilson. Hay madera de jugador en el ´8´. Aptitudes técnicas sobresalientes para combinar por dentro y rajar al espacio. Buena orientación para sacar el disparo. El que también dejó pasajes de lucidez fue el delantero centro Ademilson. Engaña por su físico, parece que no va a ganar la lucha a su par, pero siempre acaba reaccionando una centésima antes: explosividad, destreza en espacios reducidos, tino para habilitar y rapidez para encañonar.
No he hablado de los laterales pues es un capítulo que no merece especial atención. Lejos del clásico peso ofensivo de la figura del doble lateral brasileño. Venía con más cartel Wallace, el derecho. Me dejó frío. Sí me gustó algo Mansur, cargó mejor por la izquierda y dio más profundidad para liberar a Adryan.

El que sí brilló como revulsivo fue Fred. Agresivo en el desborde. Fue el que más cerco estuvo de voltear el marcador. No sería extraño que mandase al banco a Anderson o a Junior. Un banco que contaba con Rafinha, el hermano de Thiago Alcántara, que no debutó. ¿Oportunidad para él en el segundo choque?.

Acabo. Antes debo mencionar al excelente comportamiento táctico del cuadro ecuatoriano. Principalmente hasta que las fuerzas físicas aguantaron. En lo individual, muy interesante el delantero Cevallos.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

#YoSoyDeMou

Mourinhismo. Ser o no ser. Blanco o negro. No hay medias tintas. El asunto se pone chungo y el fulanismo de los panfletos de mayor tirada limita a estar con él o contra él. No valen grutas menorquinas para cobijo dialéctico de anodinos y pusilánimes. La paleta de grises conviene difuminarla ante el acoso obsesivo del Comando Txuletón, la Buhardilla Torres y la Tropa Meana. Cada cual con su modus vivendi y operandi.  

El Comando Txuletón ruge a borbotones desde esa red montada en torno a asadores de medio pelo, horteras de tres tallas más, discurso casposo y colesterol en celo. Siempre relacionados con jugadores que gozan de considerable estima entre los aficionados. Campechanos. Van de cara. Su campaña nace del irracional sentimiento de nutrir, sí o sí, de canteranos el Real Madrid. Para ellos, el proceso de promoción de juveniles lo tiene que pagar, a cualquier precio, el primer equipo.

La Buhardilla Torres es el engañoso desván que, inicialmente, invita a la plática y a la contemplación. Con el tiempo, se va convirtiendo en un cuchitril donde egos y resentimientos se clavan cual dardos en los alicaídos techos. Sus socios anudan lazos desde la morada cebrianista. Profesan la fe valdanista. Sibilinos. Dados a la tergiversación encubierta. Presumen de buena relación con un sector directivo. Serían felices con posesiones cercanas al 80 % y con la exterminación deportiva de jugadores no virtuosos. Y sí el semblante de jugadores y cuerpo técnico es el de un humilde pajillero pillado con las manos en la masa, mejor.

La Tropa Meana son los peones-satélite lanzados –sin protección- al fango por los engulletxuletones y los comepavo. Acuden a las ruedas de prensa complacientes, poniendo la mejilla derecha, de manera servicial, esperando el mordaz arañazo de Mourinho. Becarios y lacayos de los amos de la campaña de desprestigio. No hacen pupa ni cosquillas, son domables con la palabra.

Mourinhismo es desmarcarse de las tres corrientes anteriores. Mourinhismo es un brindis a la honestidad antes que a la humildad. Mourinhismo es ser consciente que, ante el éxito, una dosis de vanidad es natural. Mourinhismo es comprender, de manera racional, que tirar piedras contra sus jugadores es hacerlo contra su propio tejado. Mourinhismo es enarbolar la bandera contra el mangoneo y las filtraciones. Mourinhismo es ejercer el derecho al proteccionismo interno. Mourinhismo es que nuestro presidente se declare expresamente mourinhista. Mourinhismo también es desplegar el sentido crítico contra el mourinhismo: no se puede caer en lo que se denuncia.
 Mourinhismo es Ethan Edwards caminando por el rojizo y sagrado Monument Valley. Mourinhismo es Don Fermín plantando cara a Cayo Mierda ante Zavalita. Mourinhismo es que te sienten peor tres latas de Coca-Cola que siete Brecon con Fever-Tree. Mourinhismo es transgredir el protocolo en el Royal Albert Hall. Mourinhismo es cantar un fado en La Alfama ataviado con la camiseta LQDM. Mourinhismo es llevar a Cáritas esos anchos 501 y Dockers empolvados en el fondo del armario. Mourinhismo es echar un órdago a juego siendo postre y con los pares ganados. Mourinhismo es Rick Blaine esperando la llegada de Ugarte. Mourinhismo es un riff de Roger MCGuinn cortando tu respiración. Mourinhismo es llevar camisas de cuello mao y pitillos. Mourinhismo es perderse en el corazón de Greenwich Village. Mourinhismo es una noche canalla.
 Mourinhismo es ahogar al rival desde Pepe-Ramos para robar más y mejor. Mourinhismo es aprovechar las correciones verticales de Khedira y las horizontales de Xabi, y desde ahí sacar partido con Di María y Özil/Modric. Mourinhismo es que te chiflen como futuribles Marouane Fellaini y Arturo Vidal. Mourinhismo es competencia para la portería. Mourinhismo es dar amplitud para agrietar por dentro. Mourinhismo es salir en lavolpiana para dar fuerte y flojo. Mourinhismo es buscar el contrapunto entre las necesidades Benzema-Higuaín y Marcelo-Coentrao. Mourinhismo es adorar a Ronaldo. Mourinhismo es conjugar el juego de posición con el de contragolpe.

Mourinhismo es tener fe en ganar la Décima esta temporada.

#YoSoyDeMou. Y éste va a ser el primer y último alegato que hago en toda la temporada. No nos despistemos del foco principal: el fútbol.

viernes, 16 de noviembre de 2012

El Renacimiento belga

Mi primer recuerdo de Les Diables Rouges se remonta al Mundial de Italia 90. Yo era un moco inquieto de nueve años que ya prestaba, por aquél entonces, un ávido interés por los torneos de selecciones. Me llamó la atención su ´10´, Enzo Scifo, elegido segundo mejor jugador de ésa Copa del Mundo (Matthäus MVP). Pero, no fue el único: la escuadra de Thys, que venía de alcanzar las semifinales en México, no se reducía al talentoso canalizador: ahí estaba el gatuno Preud´homme, sucesor de Pfaff, arquero de marcada personalidad y encrespada cabellera. Van der Elst, pilar estructural de la maquinaria belga, presente en otros cuatro Mundiales. Ceulemans, aquél espigado y formidable rematador, ya en los últimos coletazos de su carrera. O el incombustible capitán Eric Gerets, uno de los laterales más incontenibles que el fútbol haya dado. Vervoort, Grün o Degryse daban forma a un combinado que cayó a la lona en octavos, ante Inglaterra, con el célebre y agónico gol de David Platt.


Recuerdos fugaces dieron paso a un ensamblaje más racional en las fases finales del Mundial de USA 94, Francia 98 y Corea del Sur-Japón 02. Y mi sensibilidad con el fútbol belga decrecía con el paso de los torneos, al compás de su fuga de estrellas, y al silencio de las no emergidas. El panorama en mi mundo subjetivo era tal que así: me seguía diciendo mucho Scifo; me dio rabia que Nilis no llegase donde esperábamos; el potente Wilmots convencía, Goor era delicioso pero inconstante; los Mpenza más apariencia exótica que rentabilidad. Y así. Cositas y detalles.

Han pasado diez grisáceos años desde su última participación (siguen Simons y Van Buyten, los últimos de la fila) y a 20 de noviembre de 2012 estamos capacitados para afirmar, con rotundidad y alevosía, el renacimiento belga. Ojo, no un renacer cualquiera: su absorbente cúmulo de talento nos obliga a etiquetarla entre las potenciales candidatas dentro de Europa. No sabemos que será de ella pero sí podemos intuir de lo que podría ser capaz.


El exjugador Marc Wilmots está a los mandos desde escaso medio año. El reto es exigente pues recientemente se ha achacado a la prometedora hornada un carácter liviano y poco dado a la adaptación en contextos de máxima competitividad. Lo cierto es que los diablillos están aprendiendo a sufrir y ya campean en el exigente Grupo A –al alimón con Croacia- camino al Mundial 2014 de Brasil. Tres victorias [0-2 en Gales, 0-3 en Serbia y 2-0 ante Escocia] y un empate [en Bruselas ante Croacia]. Van ganando automatismos. Y por bastones y cachavas sumarán en experiencia: la media de edad de los 18 jugadores más utilizados no llega a 24 años.

Wilmots ramifica el nutrido 4-5-1 en un 4-1-4-1, 4-2-3-1 y 4-3-3. Juega con los esquemas en salida y cierre según el rival. Dos factores determinan que su sistema tenga X o Y esquema: la altura de la presión y la posición del gran Fellaini. Sabedor del talento que destilan sus futbolistas, suele robar alto y volar hacia el área rival; pero también recuperar en zonas intermedias, para pausar y dar tiempo a juntarse a su línea defensiva. Una línea que derrocha calidad a la vez que se muestra vulnerable en situaciones de máximo riesgo.


Me gusta la personalidad y la jerarquía que exhibe Thibaut Cortouis (Atlético. 20 años) bajo palos. Va asentando su titularidad y ganando la partida a Simon Mignolet (Sunderland. 24 años). Carácter para ordenar una defensa de cuatro que no defiende cerca de él cuando el cuero está en campo contrario, pero que se junta para salir desde Vermaelen (habitualmente). Su perfil académico y envergadura (1,98 m) le permite dominar el área chica, atacar centros laterales y medir bien los tiempos. Colocación y reacción para llegar a las esquinas. Ágil en el uno contra uno para su corpulencia. Muy completo. Sus fallos fruto de la inexperiencia cada vez son menores y está siendo su temporada de consagración antes de dar el salto al Chelsea. Tal vez su mayor lunar sea su juego de pies. Mignolet es sólido y solvente. 193 centímetros de elasticidad y reflejos. Activa mejor que Courtois en los saques de puerta. Muy seguro, pocos fallos cuantificables, pero sin ese olor a portero dominante que sí desprende Cortouis. El veterano Jean-François Gillet (Torino. 33 años) es el tercer portero.

Quizá tengan la retaguardia con mejor salida de balón del continente: Vermaelen, Vertonghen, Alderweireld o Kompany son sinónimo de primer pase limpio. El epicentro inferior se ve difuminado, lo cual es bueno para burlar presiones focalizadas en un punto débil. El overbooking de centrales de nivel se traduce en que los carriles los ocupan centrales puros que pueden desenvolverse tanto por fuera como por delante de la defensa. Hablamos de Alderweireld y Vertonghen.

Toby Alderweireld (Ajax. 23 años) es planta y colocación. Proyección ofensiva media, siendo más lateral de apoyo -para descongestionar- que de ruptura. Dominio aéreo. Busca comodidad en defensa posicional para exhibir contundencia en los cruces cortos. En espacios muy anchos sufre más, tanto corriendo hacia atrás como abarcando horizontal. Por dentro, es innegociable la dupla Kompany-Vermaelen. Vincent Kompany (Manchester City. 26 años) se ha instalado en la élite de la posición. Percha (1,93 m) para dominar el juego aéreo, el cuerpo a cuerpo y los cruces. Es el más elástico de los centrales belgas. Ordena la línea en el achique y el fuera de juego. Preciso con balón. Su poderío físico y velocidad son fundamentales para acorazar la zaga. A veces, comete fallos de concentración, sobre todo en los partidos de altos vuelos, donde debe aprender a sufrir. Thomas Vermaelen (Arsenal. 27 años) actúa a la izquierda de Kompany. Zurdo de exquisito pase, desplazamiento y conducción. Capacidad de liderazgo. Asume responsabilidades pero se expone mucho en campo abierto, principalmente a su espalda. Tácticamente es pulcro y defendiendo de cara un fortín (juego aéreo, marcaje y colocación). Tiene mucho gol. Los problemas físicos le restaron continuidad y seguridad. Puede actuar de lateral. Jan Vertonghen (Tottenham. 25 años) es el ´3´ de Wilmots. Versátil para jugar de central, lateral, pivote o volante. Para no ser menos, sus cualidades técnicas también son sobresalientes. Contundente, duro, potente y dado a la anticipación: por tierra y aire. Se proyecta más que Alderweireld. Escoge bien en corto-largo y posee un misil en su zurda. Si hablamos de su punto débil hay que hacer alusión a su capacidad de reacción en el uno contra uno. Necesita cerca de Vermaelen pues lo pasa mal ante extremos habilidosos. 


Recambios. Diferente a Alderweireld es el volante reconvertido Guillaume Gillet (Anderlecht. 28 años), que pelea por la titularidad en el ´2´. Gana todo el pasillo cuando Wilmots apuesta por un interior para el sector central. Muy ofensivo. Rápido, descarado en el uno contra uno y resolutivo ante su par. Sin el dominio táctico y la corrección horizontal del anterior. Pierde más la posición aunque rectifica mejor en esfuerzos prolongados. Nicolas Lombaerts (Zenit. 27 años) es el primer recambio para los centrales y el lateral izquierdo. Central correoso, valladar aéreo, expeditivo, perfil marcador. Menos criterio técnico que los anteriores. No se complica y defiende bien de cara. Buen complemento cuando falla uno de los titulares. El veterano Daniel Van Buyten (Bayern. 34 años), Laurent Ciman (Estándar de Lieja. 27 años) y Sébastian Pocognoli (Standard de Lieja. 25 años) abastecen el fondo de armario defensivo.

Decía antes que el nutrido medio del campo está formado por cinco jugadores que, según las circunstancias y los nombres, inciden en diferentes zonas. Factor que de por sí nos desvela dos rasgos de los centrocampistas belgas: polivalencia y dinamismo. El denominador común suele ser el siguiente: un mediocentro vivaz en la salida y rapaz en la recuperación; un interior de constantes apoyos, conducciones y combinaciones; un interior de furia, quite, verticalidad y segunda jugada; dos extremos mentirosos que dominen su sector exterior y el interior. Todos se sienten cómodos con el balón y el técnico potencia esa idea. 


Tras su despampanante traspaso, estamos viendo al temperamental Axel Witsel (Zenit. 23 años) cerrar como vértice. No sólo tiene calidad técnica, visión de juego y fluidez mental para dividir los ejes; también es agresivo en el tackle, fuerte en el marcaje y continuo para robar. Gira bien y siempre ofrece soluciones ante presiones exigentes. Se adapta a ritmos bajos y altos. El extraordinario y exótico Marouane Fellaini (Everton. 24 años) es el jugador que marca la frontera del esquema táctico. Le vemos de pivote, de interior recibiendo a la altura de Witsel, de interior en horizontal con Dembélé, de mediapunta, de segundo delantero…y casi siempre buscando sorprender en segunda jugada o ganando en prolongación. Hablar de Fellaini es hacerlo de un jugador atemporal, bizarro y magnético. Uno de los mejores de la Premier League. 194 centímetros de coordinación y equilibrio. Vertical como pocos. Abanico de controles. Incisivo sin balón y habilitador con él. Punch dentro del área. No se siente tan cómodo como Witsel o Defour dominando largas posesiones, pero técnicamente es muy completo y está aprendiendo a que el balón no le queme. Soberbio táctica y físicamente. No tiene claro Wilmots que Steven Defour (Porto. 24 años) sea suplente de aquellos. Le gusta, y mucho, para jugar escalonado de Witsel o Fellaini. Puede ser primera referencia por la habilidad que tiene para proteger el balón. Notable rango de pases, generoso en lo colectivo, inteligente, técnico. Centro de gravedad bajo que lo convierte en difícil de detectar en el regate. Menudo, que no débil, talón de Aquiles en el dominio aéreo. Moussa Dembélé (Tottenham. 25 años) es el interior izquierdo. Solidario en el apoyo y brillante en la orientación. Rápida zurda de muchos kilates: alto porcentaje de acierto en pases, fina conducción que invita al desborde y facilidad para pegarla desde fuera del área. Capacidad aeróbica. Sigue ganando en criterio táctico y bagaje defensivo. Recordemos que hasta hace año y medio era un extremo o segundo delantero.



Dueño de una de las dos posiciones abiertas del ataque es, indudablemente, Eden Hazard (Chelsea. 21 años). Jugador franquicia del proyecto belga. Llamado a decidir en esas semis de Champions o esos cuartos de un Mundial. Me ahorro describir al jugador europeo con más proyección, con permiso de Isco y Götze. Entiendo que cualquier lector podría compilar, por sí mismo, un listado con sus cualidades. Lo que sí me interesa más es hacer hincapié en su posición. Una posición que bien puede ser de partida por la derecha o por la izquierda. Con De Bruyne escorado al flanco diestro, Eden parte por el siniestro para crear mediante diagonal y generar ventajas en el pasillo central a espalda de los medios rivales. Con Mertens dentro, puede permutar posiciones (cobrando más sentido el 4-2-3-1) o ser protagonista como ´7´. Lo mismo que con Chadli, que adora la banda cambiada pero el seleccionador ya le ha sacado provecho alternando el carril derecho y el central. Tanto Hazard como sus compinches manejan todo el ancho: un 4-2-3-1 potencia su movilidad y un 4-1-4-1/4-3-3 requiere más destreza en el entendimiento entre interior y extremo. Todos suelen tirar la línea a una considerable altura, obteniendo la cohesión desde Fellaini. 


El escurridizo Dries Mertens (PSV. 25 años) es puro desequilibrio entre líneas. Buen olfato. Posee un uno contra uno rompedor y un disparo seco que potencia recortando en la frontal con el fuera-dentro. También otorga amplitud exterior desbordando por fuera. Veloz en contragolpes y bullicioso en ataques posicionales. Uno de los jugadores más útiles como revulsivo y productivo en espacios reducidos. Kevin de Bruyne (Werder Bremen. 21 años) tiene una pinta a crackazo que echa para adelante. Viene jugando a pierna natural, ahí me gusta mucho. Su pierna derecha es un guante dispuesta a poner ´bananas´ en el corazón del área, siendo el jugador que mejor activa pegadito a la cal y minimizando el efecto embudo ante defensas muy cerradas y no giradas. Su radio de acción es amplísimo y sus gestos técnicos pura seda. Protagonista a balón parado. Elige bien y detecta con destreza las zonas interiores ventajosas. Le falta un plus físico: en el momento en que su rendimiento defensivo vaya a más estará capacitado para dominar partidos en posiciones más retrasadas. Nacer Chadli (Twente. 23 años) es otro de los jóvenes aventajados. Potencia, electricidad, ritmo y superioridad física. Rompe con balón y sin él. Su gran cualidad es aventajar a su par por repertorio técnico como por zancada. Con la selección incide unos metros más atrás que en la Eredivisie. Y no lo ha hecho nada mal, pese a que no es un avezado en los ataques pausados. Hay mucho material en el jugador de origen magrebí, mientras se está naturalizando su posición definitiva.


Kevin Mirallas (Everton. 25 años) es un asiduo de las convocatorias. Hasta la irrupción de Benteke y Lukaku era empleado como solitario punta, ahora viene desempeñando –Everton y Bélgica- la función de delantero escorado a una banda. Entiendo que es su posición más idónea ya que es un jugador muy rítmico, con facilidad para la asociación y velocidad para salir por fuera. También para levantar la cabeza y conceder ese segundo para ganar espacios. Maarten Martens (AZ. 28 años) no ha contado de momento para Wilmots, antes sumaba con su capacidad para pisar área, habilitar y driblar. El que sí ha debutado con el técnico belga es Ilombe Mboyo (Gent. 25 años), mostrando mucho desparpajo arrancado desde la banda. Potencia de la escuela africana. El veterano mediocentro Timmy Simons (Nuremberg. 35 años) y Jonathan Blondel (Brujas. 28 años) son opciones para robustecer el centro del campo. Simons también ha jugado bastante de central.

Bélgica ya parte con un ´9´ referencia. Lo titularidad de Benteke es merecida, su rendimiento está siendo superior al de Lukaku. Christian Benteke (Aston Villa. 21 años) lleva cuatro goles en nueve partidos: una cifra más que considerable (Lukaku lleva uno menos habiendo jugado el doble de partidos). Mucha movilidad para barrer todo el frente, recepcionar escorado o de espaldas para facilitar la llegada de la segunda línea. Garbo congoleño en arrancada a espalda de centrales. Perímetro físico más que considerable para ganar el cuerpo a cuerpo. Potente remate con ambas piernas y la cabeza. Le falta precisión en la ejecución para ser un delantero más voraz. Romeo Lukaku (WBA. 19 años) progresa adecuadamente pero quizá más al ralentí de lo que se hacía presagiar cuando era un prodigio de 16 años. Tanque zurdo, de complexión fuerte, y que puede actuar por todo el frente. Autosuficiencia para fabricar peligro. Mueve sus 95 kilos con suma rapidez. Cómodo con recepciones lejanas y asociaciones que no llevan como sello el último pase. Tremenda potencia de disparo. El tiempo le ayudará a mejorar su toma de decisiones y ganar sensibilidad dentro del área. El Chelsea debe esperar. Igor de Camargo (Borussia Mönchengladbach. 29 años) y Jelle Vossen (Racing Genk. 23 años) son el tercer plato del frente de ataque belga


Así es la prometedora selección belga. Claro que no todo el lienzo es de color rosa. La paleta todavía sigue presentando tonalidades ocres. Normal. El margen potencial-rendimiento es muy ancho. La bisoñez la corrige la fugacidad, los desajustes se pulen desde el banquillo. Uno de ellos es mejorar sin balón. Otro creerse lo buenos que son. Avanzan.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

El rock del Verano del Amor




Los fogosos clubs del Sunset Strip fueron el germen del Verano del Amor, San Francisco se encargó de ejecutar esa amalgama contracultural: LSD a mansalva, Human Be-In, tupidas greñas, Beatnik, destape cromático, Ginsberg, raga, Monterey Rock Festival, psicodelia, adornos florales, gurús orientales, proclamas antibélicas, Fillmore Auditorium…y un desfile de astros magnéticos del rock.


1967, además de ser fulgor del movimiento hippie, ¿trajo consigo la mejor añada rockera de la historia?. Yo no tengo dudas. A bote pronto y pillándote a contrapié: Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band y Magical Mystery Tour (The Beatles); The Doors y Strange Days (The Doors); Something Else by The Kinks (The Kinks); Younger Than Yesterday (The Byrds); Disraeli Gears (Cream); The Piper At The Gates Of Dawn (Pink Floyd); Are You Experienced? (Jimi Hendrix); Smile Smile y Wild Honey (The Beach Boys); Between the Buttons y Their Satanic Majesties Request (The Rolling Stones); Forever Changes (Love); The Who Sell Out (The Who); The Mamas & The Papas Deliver (The Mamas & The Papas); Surrealistic Pillow y After Bathing at Baxter´s (Jefferson Airplane); Buffalo Springfield Again (Buffalo Springfield); The Grateful Dead (The Grateful Dead); Big Brother & the Holding Company (Janis Joplin); John Wesley Harding (Bob Dylan); The Velvet Underground & Nico (The Velvet Underground). Creedence Clearwater Revival y The Allman Brothers Band estaban en plena gestación.

Ni soy sospechoso de consumo de sustancias ácidas (me basto y me sobro en el terreno de los espirituosos) ni comulgo con el ideario hedonista mal llevado a la perpetuidad (la canallesca mesurada no riñe con determinados valores y principios); pero, joder, quién pudiera meterse en la maquinita del flahsback, pulsar el botón de 45 años atrás y asomarse al Festival de Monterey. Por ejemplo. Para empezar. Y a partir de ahí barrer en círculos todo el salvaje oeste no sin antes deslizarse en el embriagador valle del Napa. Así, sin preocupaciones. Bueno, paro: piso tierra y pongo las manos en el reproductor para pincharte siete referentes del 67: