En
esas me encuentro que anteayer empezaba el sudamericano
Sub-20, pasarela y lanzadera de jóvenes perlas CONMEBOL. Me quedé con ganas
de ver el debut de Argentina (debió
de ser un fiasco ante Chile): horario muy heavy. Ayer, era turno de Brasil y
las 0.00 -hora española- una barrera perfectamente asumible. Me puse a ello,
virgen en conocimiento del plantel de la principal favorita.
Para
enmarcar en antecedentes el favoritismo de la canarinha basta saber que es la actual tri-campeona; y que en la anterior edición, la de 2011,
contaba en nómina con nada menos que Neymar,
Óscar, Lucas Moura, Casemiro, Danilo y Henrique. Vapuleó (6-0) en la final a
Uruguay.
Estos
días, los entendidos hablaban de una generación netamente inferior –entiendo
que con evidencia- a la predecesora, pero con varios jugadores a marcar en rojo
permanente. Lo cierto es que su debut fue muy discreto. Detalles, cositas individuales interesantes, pero sin engranaje
colectivo. Fiel reflejo de la situación actual del fútbol absoluto
sudamericano: el bloque bien trabajado ha menguado las diferencias entre
punteras y tapadas. La calidad individual como patrón de éxito ha perdido punch.
Saltó
la tricolor al campo con Luis Gustavo; Wallace,
Luan, Doria, Mansur; Misael; Felipe Anderson, Mattheus; Marcos Junior,
Ademilson y Adryan. Un ofensivo 4-1-2-3
con dos interiores con alma de mediapunta y un medio centro “mopa-escoba” que
ni pasaba ni barría. Me refiero a Misael. Algún día hablaremos largo y tendido
de la viuda posición del ´5´ brasileño
(sí, la de Tonino Cerezo
o Mauro Silva). Tal vez ése sea su principal déficit de competitividad actual.
Brasil,
en esa zona capital, ni construía ni encontraba a Felipe Anderson ni a Mattheus.
Sobre todo al primero, muy alejado de recepciones cómodas e incapaz de ofrecer
apoyos. Me pareció un ´10´ diluido, de chispazos en ¾ y escaso peso en
½.. Sí brillo Mattheus (hijo del gran Bebeto), pero sus
características avisan de un zurdo llegador, de finas conducciones y una severa
capacidad para el remate. Es decir, no es un jugador para marcar el ritmo en la
base. En ese contexto, se necesitaban
conducciones de los centrales para atraer y romper la simetría del bien
trabajado 4-4-2 de Perú. Pinta que tanto Luan como Doria (ojo a la plantaza y poderío
de este chaval) tienen capacidad para ello.
Imprecisa, nerviosa y separada en parte
media. En parte alta, no ayudaba el
comportamiento de extremos: Marcos Junior, por derecha; Adryan, por izquierda. Ninguna
ventaja del primero, ni individual ni colectiva. Algunas acciones de mérito de Adryan en asociación con Mattheus o
con Ademilson. Hay madera de jugador en el ´8´. Aptitudes técnicas
sobresalientes para combinar por dentro y rajar al espacio. Buena orientación
para sacar el disparo. El que también dejó
pasajes de lucidez fue el delantero centro Ademilson. Engaña por su físico,
parece que no va a ganar la lucha a su par, pero siempre acaba reaccionando una
centésima antes: explosividad, destreza en espacios reducidos, tino para
habilitar y rapidez para encañonar.
No
he hablado de los laterales pues es un capítulo que no merece especial
atención. Lejos del clásico peso ofensivo de la figura del doble lateral
brasileño. Venía con más cartel Wallace, el derecho. Me dejó frío. Sí me gustó
algo Mansur, cargó mejor por la izquierda y dio más profundidad para liberar a
Adryan.
El
que sí brilló como revulsivo fue Fred. Agresivo en el desborde. Fue el que más
cerco estuvo de voltear el marcador. No sería extraño que mandase al banco a
Anderson o a Junior. Un banco que contaba con Rafinha, el hermano de Thiago Alcántara, que no debutó.
¿Oportunidad para él en el segundo choque?.
Acabo.
Antes debo mencionar al excelente comportamiento táctico del cuadro ecuatoriano.
Principalmente hasta que las fuerzas físicas aguantaron. En lo individual, muy interesante el delantero Cevallos.